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miércoles, 12 de septiembre de 2012

Un espejo de cristal



Hace unos meses desde que saltó la noticia, pero sus cimientos son actualidad todos los días. Karl Lagerfeld, famoso diseñador de Chanel que ahora dirige su propia firma, visitaba la redacción del periódico gratuito Metro en Nueva York y era entrevistado. Faltaban pocos días para la celebración de los premios Grammy de la música y estaba en boca de todos las múltiples nominaciones que había recibido la cantante Adele. Y Lagerfeld hablaba así al respecto: “El tema de moda ahora es Adele. Está demasiado gordita, pero es guapa y tiene una voz divina”. Poco después se retractó diciendo que se habían sacado de contexto sus palabras. ¿Acaso se daría cuenta, mientras comía un plato de verduras cocidas y un yogur (base de la dieta que recomienda en su libro), que para una cantante lo primordial es su voz?



Lo lamentable del asunto es que las declaraciones del diseñador no dejan de ser un reflejo de la sociedad que hemos construido. En los países desarrollados, en los que afortunadamente no carecemos de alimentos, lo que genera ingresos no es cuidarnos por nuestra salud y aceptarse físicamente, sino sentirse brutalmente imperfecto y sentir malestar por ello. Así generamos comercio: vendemos dietas, cremas anticelulíticas, pastillas para adelgazar, procesos estéticos en centros especializados, ropa, cirugía… en un bombardeo publicitario continuo. Pero para poder vender esos productos y servicios, se vende una idea. La idea de que estaremos mejor si conseguimos determinado peso y la de que seremos socialmente aceptados y admirados si vestimos de cierta forma. Para que a la ciudadanía le quede claro ésto, entran en juego las estrellas de cine, los cantantes, y otros representantes de la cultura y la sociedad a los que tratamos de emular, que tratados a modo de marionetas, son criticados hasta la extenuación si no se rigen por los cánones establecidos.


Y el ser humano, por una idea, es capaz de llegar hasta sus últimas consecuencias. Así vemos mujeres y hombres física, psíquica y emocionalmente destruidos, arrastrados por patologías generadas por esa idea. Los datos que se recogen son estremecedores: una de cada 100 adolescentes tienen anorexia nerviosa y cuatro de cada 100, bulimia nerviosa. De cada 10 casos de anorexia nerviosa que se diagnostican, 9 son en mujeres y uno, en hombres. Y va en aumento.


Así que sólo se puede decir que chapó por Adele, que a raíz de esa crítica, respondió diciendo que jamás querría estar como todas esas modelos delgadísimas y que, con su aspecto físico, representa a la mayoría de las mujeres estando orgullosa de ello.



Ojalá la sociedad se diera cuenta de que la mujer atractiva no es la que pesa 50 kilos, mide 180 cm, tiene un pecho voluptuoso y una cintura del diámetro de un guisante, sino aquella a quien puedes apreciar su cuerpo al abrazarla, aquella que sabe que sienta mejor una sonrisa que el maquillaje y, principalmente, aquella que además de aceptarse, se quiere por encima de todo.






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